Critica a la ley de exportación de servicios y su funcionalidad y uso en Cusco
El IGV es el impuesto general a las ventas o lo que en otros países se conoce como impuesto al valor agregado (IVA). En ingles se lo conoce como VAT o Value Added Tax. El concepto es que el Estado cobra por la generación de valor ya sea transformando materias primas o brindando servicios.
Se supone que cuando uno exporta no paga este impuesto. Normalmente funciona así en la actualidad y no hay nada que decir al respecto.
En el caso de los servicios, se da cuando un extranjero llega con dinero de otro país (divisas) y hace compras de bienes y servicios, esto es como si el estuviera inyectando dinero “nuevo” al sistema lo cual es buenísimo para un país. En este caso se supone que todo lo que esta persona compre debería estar exonerado del IGV porque es como si las empresas peruanas lo estuvieran exportando y obteniendo divisas. La realidad es que esta norma se aplica a medias y el Estado les cobra el IGV a los turistas de forma injusta. Tal vez si no lo hiciera, los turistas podrían dejarles más dinero a los peruanos debido a dos cosas. Primero, porque al abaratar el destino vendrían o llegarían más turistas y segundo, porque cada turista tendría más efectivo que disponer por la exoneración y así comprarían más cosas.
Todo ese dinero exonerado es casi seguro que sería gastado ya que sería parte del mismo presupuesto que traen los turistas, de esta forma ellos gastarían este dinero en los comercios y a su vez el Estado de todas maneras lo cobraría. Ya sea en un aumento del impuesto a la renta por el mayor volumen directo o por el volumen secundario el cual sería generado por los dueños y empleados de esos comercios que tienen más dinero y también comprarían más bienes y servicios. Lo que está mal es que el Estado cobre por adelantado sin dejar que la economía se mueva y encareciendo el destino de forma injusta para los extranjeros, ya que el IGV lo cobra en algunos comercios y en otros no.
Quiero tocar con más profundidad el caso del Cusco y con énfasis en esta ciudad ya que casi todo el turismo que llega a Perú deja dinero en Cusco. Primero comencemos con lo simple: comida, bebidas, artesanías, transportes y en realidad casi todo lo que un turista compra. En todos los casos el turista está pagando injustamente este IGV haciendo 19% más caro el costo de todo lo que compra. A los turistas no se los debe tratar como si fueran peruanos y más bien se les debe dar las gracias simbólicamente exonerándolos de estos pagos por hacernos exportar sin querer.
En el caso de hoteles, es el único caso que si funciona la exoneración del IGV por exportación de servicios. Si es que el turista presenta su pasaporte y tarjeta andina, el hotel no le cobra el IGV y al turista le sale más barato. Esto queda claro, es lo justo gracias a que el hotel está vendiendo y obteniendo divisas para el país al igual que cualquier otro exportador.
El caso de las agencias de viajes es un tema más complicado por lo siguiente: La industria de las agencias de viajes es muy competitiva y básicamente se compite en precios, resultando en general en una industria de bajo margen al tener tantas empresa que ofrecen los mismos tours, de esta forma la gran competencia hace bajar los precios hasta el máximo posible.
Bajo esta circunstancia, existe la gran tentación para los agentes de viajes de vender por lo bajo o de manera informal sin IGV. Entonces existen precios que muchas veces son insuperables por agentes de viajes que si cobran el IGV. De esta forma impulsan a que esos pocos empresarios formales también se conviertan en informales, ya que quedan fuera del mercado con los precios que si llevan los impuestos.
Quien pierde al pasar de esto? Todos los peruanos perdemos, por una parte el Estado no cobra ni IGV ni Impuesto a la Renta ya que son ventas informales, por otra parte los mismos empresarios agentes de viajes se vuelven tan informales que nunca llegan a tener estados financieros decentes los cuales pueda presentar al banco y convertirse en un sujeto de crédito. Es un círculo vicioso generado por el Estado.
Lo segundo que afecta a las agencias de viajes el impuesto a la renta. Si decides ser empresario de esta industria, “si o si” debes pertenecer al régimen general del impuesto a la renta o en otras palabras el más caro (30%) y encima en la industria con menos márgenes en turismo.
Entonces, porqué hay tanta informalidad en esta industria? Parece irónico que a pesar de todos estos costos de la formalidad nuestros hacedores de impuestos se pregunten eso. Si un pequeño empresario invierte en esta industria, porqué el Estado no lo considera como un “pequeño empresario” dejándolo entrar al "régimen especial del impuesto a la renta"?. Este regimen, justamente fué inventado para los pequeños y deja que pagues solamente el 1.5% de las ventas de forma cancelatoria como en muchos casos se da en otras industrias dentro del sector turismo las cuales se sinceraron justo después de que salió esta Ley.
Si el Estado les dejara a los pequeños agentes de viajes entrar en este régimen, de seguro recibirían mucho más impuesto a la renta de este sector ya que todos estarían dispuestos a pagarlo. Además ayudarían a que sean empresarios formales y con “Estados Financieros” decentes que se puedan presentar al banco para proponer créditos que harían crecer el negocio y así se inicie el “círculo virtuoso” que deje crecer más a las empresas y así el Estado también recibiría más impuestos a la larga. Tal vez hace falta aclarar esta manera de pensar para que se reestructuren esos impuestos y no solamente se piense en el cobro de impuestos a corto plazo.
Se supone que cuando uno exporta no paga este impuesto. Normalmente funciona así en la actualidad y no hay nada que decir al respecto.
En el caso de los servicios, se da cuando un extranjero llega con dinero de otro país (divisas) y hace compras de bienes y servicios, esto es como si el estuviera inyectando dinero “nuevo” al sistema lo cual es buenísimo para un país. En este caso se supone que todo lo que esta persona compre debería estar exonerado del IGV porque es como si las empresas peruanas lo estuvieran exportando y obteniendo divisas. La realidad es que esta norma se aplica a medias y el Estado les cobra el IGV a los turistas de forma injusta. Tal vez si no lo hiciera, los turistas podrían dejarles más dinero a los peruanos debido a dos cosas. Primero, porque al abaratar el destino vendrían o llegarían más turistas y segundo, porque cada turista tendría más efectivo que disponer por la exoneración y así comprarían más cosas.
Todo ese dinero exonerado es casi seguro que sería gastado ya que sería parte del mismo presupuesto que traen los turistas, de esta forma ellos gastarían este dinero en los comercios y a su vez el Estado de todas maneras lo cobraría. Ya sea en un aumento del impuesto a la renta por el mayor volumen directo o por el volumen secundario el cual sería generado por los dueños y empleados de esos comercios que tienen más dinero y también comprarían más bienes y servicios. Lo que está mal es que el Estado cobre por adelantado sin dejar que la economía se mueva y encareciendo el destino de forma injusta para los extranjeros, ya que el IGV lo cobra en algunos comercios y en otros no.
Quiero tocar con más profundidad el caso del Cusco y con énfasis en esta ciudad ya que casi todo el turismo que llega a Perú deja dinero en Cusco. Primero comencemos con lo simple: comida, bebidas, artesanías, transportes y en realidad casi todo lo que un turista compra. En todos los casos el turista está pagando injustamente este IGV haciendo 19% más caro el costo de todo lo que compra. A los turistas no se los debe tratar como si fueran peruanos y más bien se les debe dar las gracias simbólicamente exonerándolos de estos pagos por hacernos exportar sin querer.
En el caso de hoteles, es el único caso que si funciona la exoneración del IGV por exportación de servicios. Si es que el turista presenta su pasaporte y tarjeta andina, el hotel no le cobra el IGV y al turista le sale más barato. Esto queda claro, es lo justo gracias a que el hotel está vendiendo y obteniendo divisas para el país al igual que cualquier otro exportador.
El caso de las agencias de viajes es un tema más complicado por lo siguiente: La industria de las agencias de viajes es muy competitiva y básicamente se compite en precios, resultando en general en una industria de bajo margen al tener tantas empresa que ofrecen los mismos tours, de esta forma la gran competencia hace bajar los precios hasta el máximo posible.
Bajo esta circunstancia, existe la gran tentación para los agentes de viajes de vender por lo bajo o de manera informal sin IGV. Entonces existen precios que muchas veces son insuperables por agentes de viajes que si cobran el IGV. De esta forma impulsan a que esos pocos empresarios formales también se conviertan en informales, ya que quedan fuera del mercado con los precios que si llevan los impuestos.
Quien pierde al pasar de esto? Todos los peruanos perdemos, por una parte el Estado no cobra ni IGV ni Impuesto a la Renta ya que son ventas informales, por otra parte los mismos empresarios agentes de viajes se vuelven tan informales que nunca llegan a tener estados financieros decentes los cuales pueda presentar al banco y convertirse en un sujeto de crédito. Es un círculo vicioso generado por el Estado.
Lo segundo que afecta a las agencias de viajes el impuesto a la renta. Si decides ser empresario de esta industria, “si o si” debes pertenecer al régimen general del impuesto a la renta o en otras palabras el más caro (30%) y encima en la industria con menos márgenes en turismo.
Entonces, porqué hay tanta informalidad en esta industria? Parece irónico que a pesar de todos estos costos de la formalidad nuestros hacedores de impuestos se pregunten eso. Si un pequeño empresario invierte en esta industria, porqué el Estado no lo considera como un “pequeño empresario” dejándolo entrar al "régimen especial del impuesto a la renta"?. Este regimen, justamente fué inventado para los pequeños y deja que pagues solamente el 1.5% de las ventas de forma cancelatoria como en muchos casos se da en otras industrias dentro del sector turismo las cuales se sinceraron justo después de que salió esta Ley.
Si el Estado les dejara a los pequeños agentes de viajes entrar en este régimen, de seguro recibirían mucho más impuesto a la renta de este sector ya que todos estarían dispuestos a pagarlo. Además ayudarían a que sean empresarios formales y con “Estados Financieros” decentes que se puedan presentar al banco para proponer créditos que harían crecer el negocio y así se inicie el “círculo virtuoso” que deje crecer más a las empresas y así el Estado también recibiría más impuestos a la larga. Tal vez hace falta aclarar esta manera de pensar para que se reestructuren esos impuestos y no solamente se piense en el cobro de impuestos a corto plazo.
Fabrizzio Garmendia
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