28 julio 2009

"Una visión que debemos compartir"

A continuación copio una visión del turismo en el Cusco que fue elaborada para el plan estratégico de turismo. Me parece que es un resumen muy bueno de puntos importantes que los interesados en el sector turismo deben tener en cuenta y poder trabajar y ayudar a que se logre.

El Machu Picchu del futuro

Los cusqueños impulsan un plan para proteger y a la vez “sacarle el jugo” a la ciudadela inca. Mediante el desarrollo de cuatro rutas alternas, con hoteles cinco estrellas, teleféricos y hasta canchas de golf, Machu Picchu podría pasar de ser un monumento en riesgo a convertirse en el eje de desarrollo económico de su región.

Año 2020. John Smith, un jubilado californiano, habla con su agente de viajes (o el holograma de este) para planear sus próximas vacaciones: quiere conocer Machu Picchu. Para ello, lo primero que debe hacer es optar por alguno de los paquetes turísticos que le ofrecen.

La elección es difícil. Una opción es llegar a Lima para comer en uno de sus mundialmente famosos restaurantes y luego volar al aeropuerto de Quillabamba, que por estar en ceja de selva le evitaría el riesgo de arruinarse sus primeros días por el mal de altura. Allí podría pasar un par de días jugando golf en un exclusivo hotel mientras su esposa y sus hijos hacen caminatas guiadas en busca de orquídeas y visitan poblados para aprender la ancestral técnica del hilado. De allí, un autobús los llevaría en 4 horas a tomar el elevador a Machu Picchu.

Otra alternativa sería llegar al aeropuerto internacional de Cusco para visitar la ciudad y ruinas aledañas y tomar luego la ruta de Salcantay, para hacer un trekking suave, de 5 o 6 horas diarias, y pasar la noche en exclusivos lodges con vistas prodigiosas.

Lo tienta también recorrer el camino de las aguas termales –para su reumatismo–, o tomar una moderna van desde Lima hacia las líneas de Nasca, seguir por Pampa Galeras a ver vicuñas, pasar por Qinualla para disfrutar de su impresionante mirador de cóndores (todo por modernas carreteras), tomar el teleférico a las ruinas de Choquequirao y llegar por último hasta la ciudadela misma.

Al final, el señor Smith decidirá tomarse más días de los planeados inicialmente, para escoger no una sino dos de las rutas ofrecidas, pues la tentación es demasiada.

Plan cusqueño

Este escenario, que puede sonar utópico, no es sino el plan que los cusqueños han desarrollado para ordenar y fomentar el turismo en su región y que vienen promocionando con fuerza en los últimos meses.

La Cámara de Turismo de Cusco (Cartuc) ha elaborado un proyecto para ampliar el área de patrimonio histórico y plantear cuatro rutas de entrada a Machu Picchu (alternativas a la actual) que proponen diversos atractivos adicionales al santuario, los cuales incentivarían al turista extranjero a quedarse más días y elevarían la participación del turismo en el PBI de 4,5% a 12%.

Este proyecto fue presentado al empresariado nacional en el CADE 2008 y generó el interés de muchos, entre ellos la Cámara de Comercio de Lima (CCL). Además, el Gobierno Regional de Cusco ha recogido la mayoría de los planteamientos de este proyecto en su Plan Q’ente –o Plan Estratégico de Turismo del Cusco, elaborado por el Consorcio Khipu– y ya lo presentó al Ministerio de Comercio Exterior y Turismo. El paso siguiente es proponer el plan al pueblo y a las autoridades cusqueñas, para firmar un acuerdo en el que gobiernos locales, organizaciones sociales y empresa privada acepten trabajar hacia este mismo fin.

Los puntos flacos

¿De dónde surgen la preocupación y el apuro de los cusqueños por implementar este plan? Según Boris Gómez, presidente de Cartuc, la llegada de cada vez más turistas a Machu Picchu –designada recientemente como una de las siete maravillas modernas del mundo– ha evidenciado ciertas deficiencias del circuito que podrían generar insatisfacción en el turista y arruinar uno de nuestros mejores medios de promoción: el “boca a boca”.

“Para llegar a Machu Picchu actualmente hay una sola vía de ingreso y de salida, lo cual no solo implica que el turista use 12 horas de su día para ver Machu Picchu –donde pasa, en promedio, apenas 1,5 horas, pues el resto del día lo requiere para viajar y hacer colas–, sino que también hace que no haya mucha competencia y los precios sean altos”, explica Gómez.

Según señala la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Mercedes Aráoz, la Unesco –que considera a Machu Picchu como uno de los 25 lugares inscritos como Patrimonio Mixto (cultural y natural) de la Humanidad– ha dado una serie de recomendaciones relacionadas con este problema. “La recomendación de la Unesco va por ese lado: salir de la única entrada que hay, riesgosísima además, que es Aguas Calientes. Además, señalan que hay un acceso muy desordenado, que está congestionado y que tiene problemas de huaicos”, explica la ministra.

Cartuc señala, además, que el hecho de que el Instituto Nacional de Cultura (INC) tenga el control fáctico sobre Machu Picchu también genera deficiencias, por lo que debería haber una entidad multisectorial que dirija las acciones y licite los estudios y la implementación de las mismas. “El INC hace un buen trabajo en cuanto a la conservación, pero no son expertos en la administración y esto se demuestra en temas como las colas que hay para entrar; que haya que pagar para usar los baños, que no están en óptimas condiciones; y en el mismo hecho de que inviertan el dinero obtenido por Machu Picchu en restaurar iglesias donde ya ni van los turistas”, señala Gómez.

Según el director del INC de Cusco, Jorge Zegarra, con la llegada de más turistas al santuario han establecido turnos de entrada a Machu Picchu, pues el límite de 2.500 visitantes al día, planteado desde hace años mediante normativa, no basta para atender la gran demanda de entre 2.900 y 3.800 turistas diarios.

Zegarra considera que hay una exageración en las críticas que se hacen al manejo del santuario y explica que han aplicado un Plan de Urgencia para atender mejor al público. “No voy a decir que hemos resuelto todo el tema, pero sí hemos mejorado muchísimo las colas, la forma de salir y entrar al santuario… estamos superando [los problemas]”.

Según cuenta, el año pasado el INC Cusco obtuvo ingresos de S/. 90 millones por lo recaudado de la entrada a Machu Picchu. De este monto, unos S/. 20 millones fueron invertidos en el santuario mismo, el resto se destinó a la recuperación del patrimonio histórico de la región, como Choquequirao y Sacsayhuamán, y a gastos administrativos.

En este sentido, el diagnóstico del Consorcio Khipu sobre la situación del turismo en Cusco para la elaboración del Plan Q’ente, señala que “el modelo de operación creado hace más de 30 años [para flujos seis veces menores a los actuales] ha quedado hace un buen tiempo desactualizado”.

Es por todo esto que los cusqueños buscan crear un plan que ordene la oferta turística ligada a Machu Picchu y que ofrezca alternativas atractivas para que el extranjero pueda quedarse más días e ingresar al santuario a través de distintas vías de acceso.

Las rutas

Lo primero que plantea Cartuc es que Machu Picchu pase de ser un santuario histórico de 32.000 hectáreas a una reserva de biosfera inca de 2 millones de hectáreas. “El binomio conservación de naturaleza y turismo es inseparable”, explica Gómez.

Esto es importante, en primer lugar, porque este ecosistema ha sido identificado como uno de los mayores centros de diversidad biológica del planeta y porque fue el escenario donde se desarrolló la turbulenta historia de los últimos cuatro soberanos incas.

Con toda esta área considerada como parte de la biosfera inca, el concepto de Machu Picchu se amplía y la visita puede tomar varias rutas, además de la ya conocida Cusco – Chincheros – Urubamba – Ollantaytambo – Machu Picchu, que usamos actualmente.

La primera ruta saldría de Cusco hacia el abra de Málaga y por Santa María llegaría hasta Santa Teresa. Esta vía tiene ya una carretera asfaltada a la que falta construir solo 30 km más. Desde allí, usando el puente Carhuinchayllo, se llegaría hasta la hidroeléctrica y, tras una breve caminata, hasta San Miguel, donde, con la implementación de un elevador eléctrico –ubicado en la parte posterior para no generar un impacto antiestético ni contaminación– se trasladaría a los visitantes a Machu Picchu.

Esta ruta actualmente es usada por unos 300 turistas al día, que por S/. 20 llegan en bus hasta Santa Teresa, donde acampan para luego caminar hasta el monumento. Con la infraestructura correcta, esta ruta tomaría poco más de tres horas, sin la necesidad de pasar por Aguas Calientes.

La segunda ruta busca vincular los atractivos de Machu Picchu con Choquequirao (conocida como la “hermana sagrada” del santuario por su semejanza estructural y arquitectónica con este) a partir de la carretera que están a punto de terminar los alcaldes de Santa Teresa y Mollepata. Este circuito puede iniciarse en Lima y tomar la carretera Nasca – Abancay para ver las líneas de Nasca, o iniciarse en el Cusco mismo. El turista podrá llegar primero a Choquequirao y, gracias a la construcción de un teleférico hasta Quinoaylla, tendría la oportunidad de visitar uno de los más impresionantes miradores de cóndores. De allí, se dirigiría hacia Mollepata y luego a Santa Teresa, donde seguiría la ruta anterior a Machu Picchu.

La tercera ruta plantea la construcción de un aeropuerto en Quillabamba, un poblado a solo 1.000 metros de altura, cuyo clima y grandes áreas –que se encuentran fuera de la jurisdicción del INC– permitirían a las grandes cadenas hoteleras generar ofertas para todo tipo de visitantes: resorts para parejas, campos de golf, turismo de naturaleza, etcétera.

De Quillabamba a Santa Teresa hay solo 50 km, y luego se seguiría la ruta a Machu Picchu. También podría hacerse esa ruta desde Cusco, tomando el camino de Calca –donde hay varios lugares con características termales–, Lares y Yanatile.

La cuarta ruta plantea vincular Machu Picchu con una visita a Espíritu Pampa, seguir los pasos de Manco Inca y ver los tradicionales gallitos de las rocas en la ciudadela.

¿Y ahora qué?

La pregunta ahora es: ¿quién va a financiar qué? Según explica la ministra Aráoz, como parte del Plan Estratégico Nacional de Turismo (Pentur) –que trabaja en el desarrollo de la oferta turística– muchas regiones han trabajado sus planes regionales de turismo. Es dentro de esto que se enmarca el Plan Q’ente, impulsado por el Gobierno Regional de Cusco, que recoge muchos de estos planteamientos. Además, en el plan de promoción de inversiones de la Región Cusco, presentado a Proinversión en el I Foro Internacional de Inversiones de las Regiones a fines del 2008, el gobierno regional incluye muchas de las obras de infraestructura que requiere este proyecto de rutas alternas. Se propone invertir S/. 18 millones en la carretera del circuito Valle Sagrado de los Incas, S/. 4 millones en el circuito del ramal de Mollepata, S/. 94 millones en la conexión entre Machu Picchu y Choquequirao, S/. 3 millones en la construcción del elevador de San Miguel en Machu Picchu, y S/. 3,3 millones en la construcción del teleférico Quinoaylla – Choquequirao.

Además, según Álvaro Benavides, presidente de la Comisión de Turismo de la Cámara de Comercio de Lima, este gremio ha puesto a disposición de Cartuc su instituto de investigación económica y ha ofrecido presentar el plan ante las entidades estatales a las que ellos tienen llegada.

El sector hotelero también se muestra interesado en el proyecto. Según Julio Luque, presidente del Directorio de la cadena Casa Andina, de no aplicarse este plan o un plan similar, el grado de satisfacción de los visitantes a la ciudadela podría deteriorarse. “Creo que tiene méritos y un valor especial que la solución salga de los propios cusqueños, y este tiene que ser un tema de política nacional y no en función a los intereses de alguna empresa privada que tenga un hotel en algún sitio. Si a alguno no le parece, que efectivamente puede ser, allí está el rol del Estado, que es generar competencia”, explica.

Por su parte, Mara Seminario, directora de turismo de Promperú, asegura que este proyecto de rutas alternas “permitiría tener productos adicionales que ofrecer en Machu Picchu, lo que haría que la visita se prolongue. Esto nos da un nuevo ámbito para la promoción del producto, siempre con los parámetros de sostenibilidad económica, ambiental y social”.

Turismo sostenible

Aunque todos muestran mucho entusiasmo con el proyecto, cabe resaltar que no se trata de un tema sencillo. Enrique Umbert es director de Mountain Lodges of Peru (MLP), de algún modo precursora de este proyecto al haber implementado ya la primera cadena de albergues de lujo en la ruta que llega hasta Machu Picchu por Salcantay.

“Nosotros hemos tenido que promocionar solos nuestra ruta, yendo a varias ferias, abriendo oficinas en EE. UU., Inglaterra y Brasil, y es difícil romper el primer paradigma. Pero realmente lo más complicado fue conseguir la confianza de las comunidades, ha sido un trabajo de cuatro años”, explica Umbert.

Los primeros 2 años, cuenta, vieron que se rompía fácilmente el diálogo entre inversión privada y autoridades locales. “Entramos con un perfil bajo, y fuimos logrando pequeñas cosas gracias a la ONG Yanapana, financiada por la misma empresa MLP”, cuenta.

2 comentarios:

  1. tratemos bien al turismo el cuso no seria nada sin el turismo al igual q el peru peor con el gobierno q ahora tenemos DE IRBIN A. B.

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  2. stas loko man ollanta corazon
    seguro esres un gordo y maricon

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